La cerámica de Manises está representada por la variada fábrica de este importante foco de la alfarería, que de una cacharrería y loza, tradicionales desde el siglo XIV, ha evolucionado hacia la producción de diversos tipos de pastas cerámicas (loza fina, mayólica, porcelana, gres) y barnices.
Sus alfareros ya eran reconocidos en época romana, pero fue el periodo islámico el que le dotó de personalidad propia. Se sabe que en el siglo XIV eran apreciadas por nobles y papas las piezas de loza medieval valenciana, de tres tipos: azul; de reflejo metálico, y verde y morada. La tradición, no obstante, también arraigaba en el pueblo.
Fruto de aquella alfarería gótico-mudejar, serían los excelentes ejemplares de cerámica decorada en azul y/o reflejo metálico dorado hallados en excavaciones arqueológicas en el subsuelo de Manises. No menos importante fue la azulejería producida por los alarifes moriscos en ese mismo periodo, de la que el Museo de la ciudad expone una amplia colección de pavimentos.
Aquella loza de Manises con reflejos en tonos dorados y azules se impuso en toda Europa hasta fines del siglo XVI, siendo denominada un «producto de Valencia» o «Mallorca» (Majólica, y luego mayólica), a causa del origen de los comerciantes marinos que las comercializaban.
En su origen, el comercio de la loza de Manises dio lugar a compañías de exportadores, en su origen italianas, chipriotas y turcas, y luego catalanas y mallorquinas, que zarpando del Grao de Valencia transportaban loza, cacharrería y azulejería embaladas en grandes tinajas. Los principales clientes estuvieron en Francia, diversos principados de Italia, Sicilia, Venecia, Turquía y Chipre, y muy especialmente en el Reino de Nápoles, donde la corte de Alfonso el Magnánimo se convirtió en un escaparate de las lozas levantinas de Paterna y Manises. También los papas Calixto III y Alejandro VI incorporaron esta producción a las salas del Vaticano. En el interior de Europa, además de en Francia, se han encontrado en museos, palacios y restos arqueológicos diferentes ejemplos de su existencia en Flandes y los países del Báltico.
La tradición se convirtió en motor económico. Hacia el año 1892, Manises ya contaba con 56 fábricas de cerámica. Durante las primeras décadas del siglo XX, el sector cerámico no creció de manera muy notable, sin embargo, en los años 50 se produjo una proliferación en el número de fábricas de cerámica. A partir de ahí, vinieron varios altibajos, desde los 60 a los 80. Actualmente hay alrededor de 30 fábricas, sobre todo se trata de empresas pequeñas, familiares.
Museo de cerámica de Manises
El museo municipal de Manises es un edificio dedicado a la tradición alfarera de esta localidad valenciana. Cuenta con más de cinco mil obras, de las cuales se exponen más de un millar, abarcando un periodo entre el siglo XIV, cuando llegó a exportarse con regularidad al norte de Italia, a los Países Bajos e incluso a Grecia, y la primera mitad del siglo XX, reuniendo una interesante panorámica de uno de los centros de producción de loza y azulejos más activos de España.
Los materiales expuestos, en su mayor parte cerámicas producidas en Manises, proceden de donaciones de vecinos de la localidad y excavaciones arqueológicas realizadas en el subsuelo de la ciudad, pero no faltan piezas de otros lugares (Valencia, Alcora), que permiten observar las diferencias y las influencias entre los distintos centros productores.
Las colecciones expuestas son periódicamente renovadas siguiendo un programa museológico dirigido a recuperar, conservar, estudiar y divulgar la cerámica de Manises desde una perspectiva histórica, y promocionar su industria cerámica actual.
El Museo Municipal de Manises fue creado por el Ayuntamiento a raíz de la donación de un edificio del siglo XVIII, significativo dentro de la configuración urbana de la ciudad. El edificio fue donado por José Casanova y su esposa Pilar Sanchis. Su inauguración oficial se celebró el 26 de noviembre de 1967 siendo Concejal de Cultura, Vicente Ferrís Soler.
Bienal internacional de cerámica
El ayuntamiento de Manises convocó a finales de 2017 la XIII Bienal Internacional de Cerámica de Manises con el objetivo de fomentar la creación e innovación en los ámbitos de la cerámica artística y del diseño, así como promocionar el nombre de Manises como ciudad ceramista.
Podían participar, tanto de forma individual como colectiva, personas de cualquier país del mundo. Las obras que se presentaron, con un máximo de tres, debían ser originales, no haber participado en otros concursos y estar realizadas en su mayor parte con materiales cerámicos.
Se establecieron dos especialidades diferentes: Cerámica artística, de creación libre y Diseño de producto cerámico (industrial o artesanal) enfocado a piezas de volumen de carácter utilitario y/o decorativo, susceptible de ser reproducido industrialmente para su comercialización (orientado a promover la industria cerámica y dirigido hacia un mercado popular).