Cada 22 de diciembre un sinfín de anécdotas recorren los barrios y las ciudades en los que la suerte deja un pellizco de millones. La mayoría de estas anécdotas tienen que ver con los protagonistas del día, los afortunados ganadores del Sorteo de Navidad.
Anécdotas de los afortunados en el Sorteo de Navidad
Año tras año, nos llegan a través de la pequeña pantalla historias llenas de sentimiento y que nos hacen derramar alguna que otra lagrimita: alguien que no tiene trabajo, un inmigrante recién llegado a nuestro país, o una familia con muchos hijos a la que le cuesta llegar a fin de mes. Son historias que nos llegan al corazón, porque si algo reconforta cuando no nos ha tocado ni la pedrea, es que el premio toque a quien realmente lo necesita.
Anécdotas de los Niños de San Ildefonso
Las otras anécdotas de la jornada, son las protagonizadas por los niños de San Ildefonso. A pesar de las muchísimas horas de ensayo que acumulan a sus espaladas antes del 22 de diciembre, ese día, los nervios siempre acaban jugando una mala pasada a alguno de los niños.
Trescientos años de historia del Sorteo de Navidad han dado para muchas anécdotas: un niño al que le entra la tos en el momento menos oportuno, otro que se engancha en la lectura de un número, o alguno que no coge con suficiente firmeza una bola que acaba irremediablemente rodando por los suelos.
No es de extrañar ¿se imaginan estar en un auditorio lleno de espectadores, y rodeado de cámaras a través de las cuales les están viendo millones de personas? Cualquier fallo es disculpado y nos inspira ternura, como aquella vez en 1986 en que por primera vez una niña era la que “daba” un Gordo de la Lotería de Navidad. Carolina Pellico, se confundió de cifra al cantarlo. Cantó un premio de 25 millones de pesetas, y cuando estaba andando con la bola hacia la mesa de la presidencia, se percató que lo que ponía en la bola realmente, eran 250 millones de pesetas.
Un año después, en 1987, hubo otra anécdota que muchos recordarán. El número premiado con el Gordo, el 20064, fue cantado como una pedrea por la niña Gemma Suárez. La pequeña cantó aquello de “125.000 peseeetaaas”, pero el inspector de la mesa se percató del error y dijo con bastantes malos humos: “¿¡Qué has cantao ahí, niña!?”.
Otra anécdota bien curiosa fue la que ocurrió en 2006, cuando una bola se escapó de las manos a una de las niñas de San Ildefonso. La bola fue a parar, ni más ni menos, que a una maceta con una flor de Pascua. Lo más curioso no fue eso, sino lo que dijo la abochornada pequeña: “Joder, se me ha caído la bola en la planta. ¿Dónde está? Qué vergüenza… no la encuentro”. Afortunadamente la encontró y esa escena ha pasado a formar parte de una de las más divertidas del Sorteo.
Anécdotas del Salón de Loterías
Otros de los protagonistas del 22 de diciembre, son los que desplazan hasta el Salón de sorteos de Loterías y Apuestas del Estado para presenciar el sorteo en directo. Para muchos es una tradición, para otros una superstición, y para algunos, una manera de llamar la atención, pues van ataviados con disfraces de lo más variopinto.
Suelen ser disfraces extravagantes, con los que, según sus protagonistas, pretenden llamar a la suerte. Además de divertir a los allí presentes, suelen tener también su «minuto de gloria», pues no pasan desapercibidos para los medios de comunicación, que tratan de conseguir alguna pequeña entrevista con la que llenar sus programas especiales.
Cada 22 de diciembre estamos pendientes del Sorteo de Navidad, con la ilusión en vilo por saber si ese día cambiarán nuestras vidas, pero lo bien cierto es que también estamos pendientes de todas las anécdotas que giran en torno a él, que no son pocas.