La revista especializada en el mundo de los negocios y las finanzas, Forbes, se ocupa periódicamente de publicar las listas de los más ricos del planeta. No hay mucha variación año tras año, ya que las grandes fortunas, como norma general, se mantienen estables en el tiempo y raras son las sorpresas que se incluyen entre los habituales multimillonarios.
De esta forma, en el pódium de los más ricos de España se encuentran Amancio Ortega, accionista mayoritario de Inditex, Juan Roig, presidente de Mercadona, y Rafael del Pino, presidente de Ferrovial, tres fortunas que difícilmente serán desbancadas próximamente de estos puestos de cabeza.
En este sentido, la empresa de Ortega vale más de 100.000 millones de euros en bolsa, pero esta no es su única fuente de ingresos, pues hace mucho tiempo que el multimillonario también incluyó el ladrillo a sus negocios.
A bastante distancia le sigue Roig, con una fortuna de 8.000 millones de euros, mientras que el capital de Rafael del Pino se sitúa en los 7.650 millones de euros, con un valor de mercado de su compañía cercano a los 14.000 millones de euros.
Respecto a estos tres grandes multimillonarios de nuestro país, conviene destacar que sus fortunas equivalen a la riqueza de todos los habitantes de Cataluña y Madrid juntos, además estas tres personas acumulan lo mismo que el 30% más pobre de la población de España, es decir, tienen lo mismo que 14,2 millones de habitantes, lo que pone de manifiesto las graves desigualdades actuales.
Si hablamos a nivel global, el más rico del planeta, según Forbes, es el cofundador de Microsoft, Bill Gates, que ha aparecido en la primera posición de la lista 17 veces durante los últimos 22 años. En el segundo puesto se encuentra el español, Amancio Ortega, mientras que ocupa la tercera posición Warren Buffett.
Impuesto sobre el patrimonio
En general, se piensa que los impuestos que paga un ciudadano deben tener relación con su capacidad de pagarlos y el valor de sus propiedades suele reflejar su estatus socioeconómico.
A favor del impuesto de patrimonio está la idea de que el patrimonio neto de una persona es también una buena medida del grado en que se ha beneficiado de la infraestructura económica promovida y alimentada por las instituciones, que sustentan todos los contribuyentes. Por ejemplo, se puede afirmar que un rico inversionista o dueño de un negocio se ha beneficiado más que un ciudadano medio de la educación pública (tiene trabajadores cualificados), carreteras (para trasladar sus mercancías), pensiones y otros salarios sociales (para que haya capacidad de consumir sus productos), un poder judicial (que hace cumplir los acuerdos comerciales), la regulación financiera, los subsidios gubernamentales y rescates de empresas, etc.
Las principales objeciones al impuesto de patrimonio son: la valoración de activos iliquidos como inmuebles, negocios privados, antigüedades, etc. puede ser arbitraria, las fluctuaciones de la riqueza en el tiempo, la posibilidad de que los gobiernos usen la inflación como medio para aumentar la recaudación de impuestos y que los contribuyentes de edad avanzada con ingresos menores a sus activos que no generan renta se enfrentan a la imposibilidad de pagar sus impuestos sin liquidar activos. Otra objeción que se hace a este impuesto es que se gravan bienes o capitales por los que ya se satisficieron impuestos en el momento de su adquisición.